Nuestra justicia y “Los cinco del Central Park”
José Miguel Aldunate Director ejecutivo del Observatorio Judicial
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José Miguel Aldunate
El pasado 31 de mayo, Netflix estrenó “When they see us”, una miniserie sobre cinco adolescentes negros injustamente acusados de violar a una corredora en el Central Park de Nueva York. Corría el año 1989 y los delitos sexuales se encontraban completamente fuera de control. Aquella noche, los jóvenes se encontraban junto a su pandilla, cometiendo desórdenes menores no muy lejos del lugar de la violación. La policía los incriminó, forzando sus testimonios por medio de la extorsión. Luego nada pudo detener que el sistema judicial los condenara a entre seis y 15 años de presidio.
Todo se develó en 2002, cuando el verdadero violador confesó haber cometido el delito sin ayuda de nadie. Las pruebas de ADN calzaron perfectamente. Quedaba claro que los cinco del Central Park habían sido utilizados por la policía, y por la política, para calmar el impulso vindicativo de la sociedad norteamericana. El mismísimo Donald Trump, a propósito del caso, había pagado 85.000 dólares para financiar una campaña para reponer la pena de muerte en el estado de Nueva York.
El caso sirve para poner de relieve una amenaza que se cierne sobre todo sistema judicial, por su propia naturaleza: la politización de la labor jurisdiccional. Es cierto que la sociedad americana está cruzada por profundos conflictos raciales. Pero, ¿qué país no cuenta con sus propias tensiones y contradicciones? Un Poder Judicial imparcial e independiente es la única garantía que tienen los ciudadanos de que sus derechos no quedarán supeditados a razones políticas, incluso cuando estas son bienintencionadas.
Esta reflexión no es ociosa, considerando que, en su última cuenta pública, el Presidente de la República anunció una reforma al sistema de nombramientos de jueces. Al respecto, el Ministerio de Justicia baraja la posibilidad de incorporar un consejo de nombramientos integrado principalmente por personas externas al Poder Judicial, incluyendo representantes de los órganos democráticos y de la sociedad civil.
Cabe subrayar que el valor central que debe regir la discusión es la independencia judicial y no la representatividad política. Se escucha mucho sobre la necesidad de un Poder Judicial que tenga una mayor sintonía con la ciudadanía y con las problemáticas sociales. Nada de ello está mal por sí mismo, pero hay un punto sobre el que no puede haber dos voces: más representatividad es positiva si colabora con la independencia, pero negativa si opera en su contra. El riesgo de la politización, con su lógica de medios y fines, está siempre a la vuelta de la esquina.
Por supuesto, la discusión es compleja, porque la independencia judicial tiene también una cara interna, que previene contra capturas gremiales y controles jerárquicos excesivos dentro del Poder Judicial. El consejo de nombramientos puede resultar de gran ayuda en este respecto, pero es importante que el remedio no resulte peor que la enfermad.
“When they see us” nos recuerda que, más que un sistema judicial sensibilizado sobre la lucha contra los abusos sexuales, los derechos de las minorías raciales, o cualquier otra agenda, lo que se requiere son jueces comprometidos con hacer justicia en el caso concreto, aplicando el derecho. Todo el sistema debe propender hacia dicho ideal.